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COLLAGE

"En sus collages digitales de imágenes surreales, en los que el copy & paste sustituye a los instrumentos manuales tradicionales, la artista se despoja de todo atisbo de perspectiva para crear, mediante sucesivos planos superpuestos, una tridimensionalidad virtual que sólo deja de ser plana en la mente del observador, una vez que todas las imágenes se articulan. La niña sin rostro es el alter-ego de la artista, un avatar que funge como leitmotiv y que la lleva a interpretar el papel de observadora dentro de su propia obra. Las casas se perciben como cerebros, grandes mentes que funcionan como contenedoras de ideas. Estas ideas se expresan en la forma de las diferentes habitaciones, y las imágenes contenidas allí, asumen la función de neuronas que, aunque aparentemente inconexas en un principio, terminan interrelacionándose y creando sinopsis visuales para articular un concepto y plantear una sensación, para crear un cuento t(r)ópico."

Juan Carlos Azpurua (Fundación Museos Nacionales, Caracas)

Por eso los junto a todos, en un mosaico de vidas esperpénticas que se diluyen entre las escamas de los peces, las plumas de las aves, los tentáculos de un pulpo o los ojos de la calavera torera que me invita a deslastrarme de tientos culturales ancestrales. Para todos ellos mi propia retícula de encerrar y dispersar, de atrapar entre ladrillos y de dejar escapar, entre grietas y tragaluces, las ausencias. Una retícula como ojo fragmentado de mosca que me divierte forzar y que obliga a cada pasaje a estar allí, suspendido cuidadosamente entre sus límites incandescentes. La crítica es obvia, no requiere explicación, lo que es, es así y no cabe discusión, de por sí la foto ya es una porción reticular “natural-artificial”.

La mujer omnipresente y en ocasiones ausente de su entorno, marginal y marginada, autoexcluida, recorre muda los espacios como penitente altiva de su propia miseria en la que espera desaparecer, exorcizada su ausencia.

Así los uno, los copio, me gustan esas pequeñas maravillas decorativas que nunca pondría en mi casa: capiteles dorados con cortinas de seda y escayolas serpenteantes en las esquinas, papeles que cubren paredes enteras de toscos dibujos en los que se entrelazan los encuentros absurdos de monos, mariposas, tortugas y sapos. Un mundo que se teje a sí mismo al resguardo de sólidas paredes.

Carmen Michelena

P H O T O G R A P H Y

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